Diagnóstico y Tratamiento de la Cistitis

cistitis

La cistitis es una infección del tracto urinario (ITU) y es una de las causa más frecuentes de consulta médica en la mujer por infecciones extrahospitalarias, y también la primera señal de alarma para iniciar un diagnóstico mediante análisis clínicos.

El primer síntoma que aparece debido a una infección urinaria es la molestia o dolor en la parte baja del abdomen o vientre.

Además, se produce una sensación de querer orinar con frecuencia, aunque sea muy poca cantidad, y todo ello acompañado de un quemazón o picor constante.

La vulva puede enrojecerse y suele haber picor vaginal, que provoca dolor al mantener relaciones sexuales. Es importante evitar el uso de espermicidas o el diafragma si aparecen estos síntomas.

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Otro claro síntoma es que la orina sale turbia y con un olor muy fuerte. Y si la infección empieza a ser grave, entonces se presenta fiebre, dolor de espalda o costado y vómitos con naúseas.

La fiebre es la señal inequívoca de que la infección está llegando o ha llegado ya a los riñones y esto es lo que hay que evitar en la medida de lo posible.

¿Por qué aparece la cistitis?

Esta inflamación de las vías urinarias inferiores conocida como cistitis, afecta a la uretra y la bufeta y está causada por bacterias colonizadoras que se encuentran al final del intestino.

Las mujeres tienen una uretra más corta que los hombres y, por tanto, existe una mayor proximidad al ano, lugar donde se encuentra el mayor causante de cistitis: Escherichia coli.

La E.Coli puede llegar desde el ano a través de fluidos e  introducirse en la uretra para avanzar su camino hacia la bufeta.

Durante este tramo, provocará la infección y la inflamación de la zona, aunque no es la única bacteria con capacidad de provocar cistitis.

¿Cómo se detecta la cistitis?

Para poder diagnosticar una infección de orina y que no se trate de otro tipo de infección ( hongos, virus o parásitos) o patología (piedra obstructiva), el médico realizará varias pruebas según sea el caso:

  • Examen físico a la mujer
  • Análisis de orina
  • Cultivo de orina
  • Análisis del líquido vaginal o uretral
  • Citoscopia
  • Urografía

Si la cistitis es de carácter leve, lo más probable que se resuelva de forma espontánea sin tratamiento alguno. Para la mayor parte de los casos, será necesario administrar antibióticos.

El médico, además, debe realizar una anamnesis de la persona con una serie de preguntas que puedan descartar otro tipo de problema o esclarecer el estado actual de la paciente:

  • ¿Cuánta cantidad de agua consume al día?
  • ¿Cómo se limpia tras orinar? 
  • ¿Con qué frecuencia orina?
  • ¿Tuvo infecciones urinarias antes?
  • ¿Tiene sequedad vaginal?
  • ¿Ha de esforzarse para empezar a orinar?
  • ¿Cómo es la potencia del chorro de la orina?
  • Tras orinar, ¿tiene la sensación que todavía le queda orina y siente ganas de volver a orinar?
  • ¿Ha tomado antibióticos en los últimos meses?
  • ¿Está embarazada?
  • ¿Ha viajado últimamente?

¿Cómo se pueden diferenciar los diferentes grados de infección urinaria?

Para derivar a un especialista, normalmente, se debe diferenciar el tipo de infección o estado en que se encuentra la mujer:

  • Bacteriuria asintomática: es un estado en que no se presentan síntomas, por lo que suele pasar desapercibido ya que la persona, al carecer de los mismos, no acude a la consulta médica a no ser que sea detectada mediante un análisis clínico rutinario o un chequeo anual.
  • Cistitis aguda: No suele cursar con fiebre, pero es en este estado donde se dan la mayoría de síntomas como el dolor suprapúbico, tenesmo, escozor al orinar o ganas de orinar frecuentes (urgencia miccional).
  • Infección urinaria complicada: Es debida a la coexistencia de otras enfermedades o patologías, y la cistitis es el resultado de las mismas. Entre estas patologías,  cabe destacar la vejiga neurógena, infección urinaria post-operatoria, litiasis, insuficiencia renal crónica, obstrucción urinaria, inmunosupresión, anomalía anatómica, presencia de cateterismos o la existencia de otras bacterias presentes como el Staphylococcus aureus, Klebsiella, Proteus mirabilis, Enterococcus spp o la Pseudomonas aeruginosa.
  • Cistitis recurrente: Se considera recurrente cuando se han tenido tres episodios de cistitis aguda en menos de un año o dos episodios en menos de seis meses.
  • Cistitis recidivante: Es una infección que se produce tras haberse completado el tratamiento antibiótico y la persona se vuelve a reinfectar con la misma cepa de bacteria. Esto representa un fallo en la elección del tratamiento, o bien, un problema más grave.

Los factores de riesgo a padecer una infección bacteriana que derive en cistitis son varios, entre los que destacan:

  • Edad superior a los 65 años
  • Tratamiento reciente con cefalosporinas o fluoroquinolonas
  • Viaje en una zona de elevada prevalencia (sudeste asiático o sudamérica se encuentran cepas capaces de provocar cistitis)
  • Actividad sexual
  • Contacto con pareja con alguna enfermedad de transmisión sexual
  • Cambios en el pH vaginal
  • Uso de espermicidas
  • Retardo en la micción postcoital (no orinar tras haber mantenido relaciones que impliquen el coito)
  • Historial de cistitis o ITU recientes
  • Factores genéticos

Para derivar a un urólogo, generalmente, solamente se realiza en casos de:

  • cistitis recurrente
  • cistitis recidivante
  • síndrome uretral
  • infección urinaria complicada.

Las cistitis agudas, en el caso de embarazo, se remitirán al ginecólogo. En el caso de que las cistitis fuesen recurrentes, entonces al urólogo.

El médico deberá valorar aquellos casos en los que tras un episodio de cistitis aguda, realiza un análisis de orina en los que la tira reactiva es positiva y persisten los síntomas tras haber finalizado el tratamiento.

Si la tira reactiva es negativa, y tras el tratamiento sigue sin resolver la cistitis, entonces se realizará un cultivo de orina.

Si la tira reactiva resulta positiva, y tras el nuevo tratamiento continúan los síntomas, entonces también se derivan al urólogo.

Tratamiento de la cistitis

A pesar de que el tratamiento farmacológico con antibióticos es prioritario ante cualquier decisión médica, sí es cierto que suele recomendarse el uso de remedios naturales con productos comercializados a base de plantas, como la Equinácea o la uña de gato que refuerzan el sistema inmune con el fin de estimular las defensas, pero que NO son un tratamiento de choque contra esta infección.

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Cabe destacar, la Gayuba, que en medio alcalino, se convierte en un antiséptico urinario, o bien, el uso de la raíz de Althea con acción antiinflamatoria en las vías urinarias y que produce un leve efecto analgésico.

Pero uno de las plantas cuyas propiedades se han demostrado con estudios clínicos es el Arándano rojo o Vaccinium macrocarpon, que sigue siendo el tratamiento de elección como remedio natural para las cistitis e infecciones urinarias.

Esta evidencia se ha comprobado debido a los efectos que produce sobre E. coli, la principal bacteria causante de cistitis, puesto que uno de sus activos principales contiene proantocianinas de tipo A, con capaces de impedir que la E.Coli pueda fijarse en las paredes del tracto urinario.

En cuanto al tratamiento con antibióticos, se tiene muy en cuenta el grado de resistencia bacteriana frente a la acción de los fármacos, ya que la E.Coli es una bacteria altamente resistente.

Sí es cierto que han variado las pautas en la duración del tratamiento ya que habitualmente se emplean los 7 días de tratamiento, pero en mujeres premenopáusicas (mujeres jóvenes menores de 50 años aproximadamente) estos tiempos se han reducido a tan solamente 3 días con cobertura antibiótica a base de fluoroquinilonas o cotrimoxazol (trimetoprim + sulfametoxazol, y llegan a ser igual de efectivas que los tratamientos más largos.

En mujeres postmenopáusicas, se recomendaban también pautas de 7 a 10 días pero existen estudios que igualan la eficacia de tratamientos más cortos que cubren los 7 días con antibiótico en la orina, como es el caso de la fosfomicina trometamol (FT), conocido comercialmente bajo la denominación de Monurol.

La Asociación Europea de Urología recomienda un listado de fármacos como tratamiento de la cistitis, aunque la última respuesta la deberá tener el profesional sanitario en base a sus criterios y la relación riesgo/beneficio que pueda afectar a la persona:

  • Cefpodoxima axetilo 100mg cada 12 horas durante 3 días
  • Ciprofloxacino 250mg cada  12 horas durante 3 días
  • Fosfomicina trometamol 3000mg en 1 dosis única en un día
  • Levofloxacino 250mg 1 al día durante 3 días
  • Nitrofurantoina 100mg cada 12h durante 5 días
  • Norfloxacino 400mg cada 12h durante 3 días
  • Trimetoprim-Sulfametoxazol entre 160 y 800mg cada 12h durante 3 días

Si se desea utilizar beta-lactámicos como la Amoxicilina-Ácido clavulánico no se recomienda un tratamiento corto de 3 días sino que se amplie la duración hasta los 5 días, aunque no se considera una elección oportuna al ofrecer las bacteria del tracto urinario bastante resistencia a este principio activo.

La cefalosporinas de primera generación también quedan descartadas a la hora de elegir un tratamiento para la cistitis por la misma razón que la combinación de amoxicilina y ácido clavulánico.

No hay estudios convincentes todavía de que la administración de lactobacilos por vía oral sean eficaces en la prevención de las infecciones urinarias (IUR).

En cambio, si hay estudios que ya han demostrado la eficacia de la instilación intravesical de ácido hilaurónico para evitar la adherencia bacteriana en las paredes de las vías, y por tanto, eficaz para el tratamiento de la cistitis.

Otro de los activos que ha demostrado eficacia para el tratamiento es la D-Manosa, y en los que suele ser tratamiento de elección en infecciones urinarias recurrentes, en combinación con estrógenos o incluso con arándanos rojos.

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